Hace tiempo que le doy vueltas a la cabeza sobre ¿qué es mejor: tener las expectativas altas o tenerlas bajas? La respuesta es obvia: depende de la situación.
Representa que ante una situación concreta, tener las expectativas bajas puede suponer que pase algo maravilloso que no te esperabas. Por lo tanto, “hay más posibilidades” de que las cosas salgan bien, de que sea como esperabas o probablemente, que sea mucho mejor.
En cambio, cuando nuestras expectativas son altas, el porcentaje de éxito de que algo sea como nosotros esperábamos (o que sea incluso mejor) suele ser bastante más bajo que en el caso anterior.
Pero claro, ¿qué es preferible? ¿Pensar en negativo? ¿No esperar nada de nadie, ni del trabajo ni de tu pareja, ni de amigos,..? ¿O quizás sea mejor pensar en positivo y después darte cuenta de que simplemente no ha pasado lo que esperabas?
Con muchos de mis clientes de Coaching he podido observar ambos extremos. Los que siempre piensan que nada les va a sorprender o no va pasar nada especial que les anime o alegre. Y los que en cambio, van por la vida esperando que sucedan cosas y finalmente no pasa nada de lo que esperaban.
La clave está en qué esperar de cada situación o persona. Por ejemplo: si tu pareja (sea hombre o mujer) no es detallista, no te suele sorprender o regalar cosas, es mejor no tener grandes expectativas y dejar de pensar que “te da la sensación” de que te está preparando algo para esta noche… Si no lo ha hecho en los últimos 10 años, las probabilidades de que eso ocurra, de que hoy tenga una gran sorpresa para ti, serán muy bajas. No hace falta pensar en negativo sino simplemente no hacerse ilusiones. Y si después ocurre… qué fantástico será!
Otro ejemplo que también he oído varias veces es: “¡pensaba que me iban a promocionar, lo veía clarísimo!” Afortunadamente, gracias al Coaching, se puede paliar, relativizar y cambiar el “chip” a la hora de enfrentarte a situaciones como estas. ¿Cuántas promociones se hacen en la empresa? ¿Qué signos tan claros observabas que te indicaban que tú serías ascendido? ¿Qué te dijo tú jefe para que tú pensaras eso? ¿Cuánto tiempo llevabas esperando el momento en que te ascendían? ¿Cuántas veces te lo habías imaginado?
Muchas veces le damos tantas vueltas a nuestros sueños que nos los acabamos creyendo o acabamos observando indicios que nos llevan a pensar que son realidad.
Hay quienes piensan que “de ilusión también se vive” pero he visto a mucho clientes cuyas expectativas eran altas sobre varios temas, hundirse tras darse cuenta de que no puedes vivir siempre esperando que las cosas pasen o de que los demás te sorprendan.
Te recomiendo que sueñes, que es gratis, pero que no te hagas ilusiones de cosas que difícilmente sucederán. BÚSCALAS, HAZ LO POSIBLE PARA QUE SUCEDAN. Y eso sí, el día que sucedan.. Disfrútalas al 100%!!!!