Independientemente de situaciones muy críticas por las que están pasando algunas personas y familias, está claro que cada mañana escogemos qué gafas nos ponemos para ese día. Es una elección en toda regla. Y cuando elegimos el tipo de gafas, también estamos escogiendo qué verbo utilizamos:
– Cómo voy a afrontar el día
– Cómo voy a disfrutar del día
– Cómo voy a aprovechar el día
– Cómo voy a sobrevivir hoy
– Hoy me como el mundo
– A ver qué me pasa hoy…
Y es que, aunque algunos ya son más pesimistas de por sí, en realidad somos nosotros mismos los que elegimos cada día si somos optimistas o pesimistas, decidimos qué gafas nos ponemos el día de hoy.
Pero esa elección va totalmente ligada a no sólo lo que hacemos sino también cómo nos expresamos: ¿“afrontamos”, “sobrevivimos”, o por el contrario “aprovechamos” y “disfrutamos” del día?
“Hoy voy a encontrar trabajo” u “hoy no voy a encontrar trabajo”. Si tienes claro que no lo vas a encontrar, ten por seguro que no lo harás, pero si tu forma de pensar es que lo vas a encontrar, quizás no lo encuentres, pero las posibilidades de hacerlo serán mayores porque simplemente estarás mirando con gafas positivas, tus pensamientos serán positivos y tus acciones también lo serán.
Por lo tanto, en función de cuál sea la actitud mental que escojamos, nuestra forma de hablar se verá totalmente influenciada, así como nuestros pensamientos y finalmente nuestras acciones a través de nuestra conducta. Y estas acciones determinarán cómo va a ser nuestro día.
Y con esto no me estoy refiriendo a ponerse unas gafas de ver de “color rosa”, sino de aprender a ver con las gafas, de graduarlas para ver de otro modo, con otra luz, al menos para ver en color y dejar de verlo todo en blanco y negro. Se trata de ELEGIR.
En otro momento profundizaremos sobre qué consecuencias nos proporcionan el optimismo y el pesimismo pero como una simple reflexión te lanzo la siguiente pregunta: