Una de las cosas que más trabajo con mis clientes de Coaching es aprender a decir “no” a sus familiares, amigos, compañeros, jefes, etc.
Realmente es algo complicado y que afecta a más personas de las que creemos. Estoy segura de que conoces a alguien que siempre cede y cede, y que está más pendiente de las necesidades e intereses de los demás que de las suyas propias.
Hace pocas semanas hablamos de “las 7 claves para aprender a decir que no”. Ahora que ya las sabemos, ¿qué os parece empezar a practicarlas? Y lo haremos poco a poco, semana a semana, en un máximo de 4.
¿Por qué hacerlo?
Porque es necesario, imprescindible, básico. Porque es la clave para llevar a cabo nuestra vida como nosotros queremos y no como la quieren los demás. Porque siempre es un buen momento para empezar y porque sé que puedes hacerlo y lo vas a conseguir.
Eso sí, antes de nada debemos saber en qué punto nos encontramos, y ponerle nombre y apellidos a mi forma y razón por la que digo (o no) ”no”. Y para ello, nos apoyaremos en el “triángulo dramático” de S.Karpman.
Está formado por 3 papeles: el del Salvador, el del Perseguidor y el de la Víctima. Para poder identificarme con ellos debo conocerlos, aunque sea de un modo muy breve y resumido:
Salvador es aquel que suele dejar sus deseos para el final priorizando en los beneficios de los demás, sintiendo que hace el bien o que ayuda a alguien que considera más débil en algún sentido que él mismo. Suele tener la sensación de sobrecarga y de falta de horas para hacer sus cosas, algunas de ellas importantes.
Perseguidor es aquel que prefiere actuar para su propio interés. Suele hacerlo según unas pautas de comportamiento estrictas, rígidas. Suele aprovecharse de las personas más vulnerables. Se habla de 3 subtipos: el activo, el vengativo y el pasivo.
Víctima es aquel que suele mostrar su vulnerabilidad e indefensión buscando que se hagan “cargo” de él. Suele sentir inferioridad y autoestima baja. Se siente mal por cómo le tratan los perseguidores y por cómo los salvadores siguen haciendo que se sienta inferior por el hecho de ayudarle.
¡Ojo! Un Perseguidor puede llagar a convertirse en un Salvador, y así hay muchas más combinaciones.
Por lo tanto, el primer ejercicio de Coaching para Aprender a decir que NO es la toma de conciencia, y para ello deberé tener en cuenta:
– según mi forma de actuar y comportarme, ¿con qué figura me identifico más?
Una vez lo tienes claro. ¡Podemos empezar a trabajar!
Siguiente ejercicio en el próximo POST 🙂
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